"Ni el Poder ni la Gloria". Blog de Josep Esteve Rico Sogorb

Artículos de opinión e investigación sobre Historia, Lengua, Literatura, Arte, Cultura, Política, Sociedad, etcétera. La mayoría publicados en medios de comunicación en papel y digitales de todo ámbito territorial tanto en España como en el extranjero
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viernes, 9 de abril de 2021

NO SOMOS NADIE... SIN LAS MÁQUINAS

No, no somos nadie...sin las máquinas. A veces, desgraciadamente sucede lo que llamamos en el argot coloquial informático ’caída de servidores’. Si ésta se prolonga o perdura, más que caída corta parece un largo descenso abismal y nos hallamos ’incomunicados’ con el exterior. Grave situación en un mundo tecnológico donde no sabemos vivir sin las máquinas ni podemos prescindir de ellas. Si nos dejan tirados, aunque sea por unos minutos, nos producen coraje y agobio. Por eso, cuando recuerdo que a la hora de comunicarse las personas de lugares distintos tardaban semanas en recibir las cartas postales, me tranquilizo al saber que nuestras demoras son mínimas, comparativamente hablando. Que un correo tardara a caballo quince días en arribar a su destino en el siglo XIX se consideraba excesivo y era motivo de crítica y de quejas. Hoy, más de cien años después, que los servidores de internet nos dejen ’colgados’ unos minutos, unas horas o un fin de semana a lo sumo, nos enfada. Mal de muchos, consuelo de tontos. Si comparamos tecnológicamente el siglo XIX con el actual siglo XXI, reconoceremos que se ha avanzado bastante, que se ha mejorado considerablemente y los fallos y atrasos son esporádicos. Pero, ¡qué carajo! Nosotros vivimos en un nuevo milenio, en plena era espacial, en la edad del plástico, de los robots, de los microcomputadores y de los chips -prodigiosos o no- y cada vez nos aproximamos mejor y más a la supuesta perfección tecnológica.

Así que, no nos podemos permitir el ’lujo’ de demasiados errores como ’caídas’ de servidor, cortes de línea telefónica, ’picos’ o subidas de tensión eléctrica, entre otros casos. Si somos tan casi perfectos, ¿porqué se producen tantos fallos? ¿Alguien saca ’tajada’ o beneficio de ellos? Pues al parecer si. Los fabricantes de ordenadores, maquinarias, vehículos y electrodomésticos se suman a las operadoras de telefonías y a los suministradores de energías -y viceversa- para que los objetos receptores de los consumidores usuarios se estropeen. De vez en cuando, un apagón, una caída, un corte; con la excusa -aunque fuera cierta- de acometer mejoras y reparar desperfectos en las redes y sistemas. Miles de ordenadores inutilizados que deberán ser arreglados o sustituidos por otros nuevos. O pagas medio sueldo mensual en reparar el PC o te toca fundir la tarjeta bancaria comprando nuevo equipo. Negocio redondo para los técnicos y los fabricantes. Y como siempre el sufrido consumidor es quien sale afectado. Eso sin contar la cantidad de virus destructivos que no les interesa eliminar a las grandes multinacionales informáticas ni a los talleres de reparación y que según expertos internautas gran parte de estos archivos dañinos son creados y enviados a propósito por los fabricantes para provocar una ’pandemia’ informática cuyos efectos produzcan un aumento del consumo y de las ventas.
Dicen algunos que antes todo duraba más y se fabricaba con mayor conciencia y precisión pensando en una larga vida para los objetos; fueran éstos máquinas, coches o electrodomésticos. Mi primera lavadora automática duró dos décadas. La última no ha llegado al lustro. No interesa, no interesa. Me cachis en la mar...¡si no fuera porque no somos nadie sin las máquinas!

Por Josep Esteve Rico Sogorb

lunes, 2 de abril de 2012

No somos nadie...sin las máquinas

No, no somos nadie...sin las máquinas. Mi cita semanal con ustedes, estimados lectores, se ha retrasado un tanto por culpa de lo que llamamos en el argot coloquial informático 'caída de servidores' que más que una caída corta pareció un largo descenso abismal a juzgar de su duración: tres días y tres noches 'incomunicado' con el exterior.

Grave situación en un mundo tecnológico donde no sabemos vivir sin las máquinas ni podemos prescindir de ellas. Si nos dejan tirados, aunque sea por unos minutos, nos producen coraje y agobio. Por eso, cuando recuerdo que a la hora de comunicarse las personas de lugares distintos tardaban semanas en recibir las cartas postales, me tranquilizo al saber que nuestras demoras son mínimas, comparativamente hablando.

Que un correo tardara a caballo quince dias en arribar a su destino en el siglo XIX se consideraba excesivo y era motivo de crítica y de quejas. Hoy, más de cien años después, que los servidores de internet nos dejen 'colgados' unos minutos, unas horas o un fin de semana a lo sumo, nos enfada muchísimo.

Mal de muchos, consuelo de tontos. Si comparamos tecnológicamente el siglo XIX con el actual siglo XXI, reconoceremos que se ha avanzado bastante, que se ha mejorado considerablemente y los fallos y atrasos son mínimos.

Pero, ¡qué carajo! Nosotros vivimos en un nuevo milenio, en plena era espacial, en la edad del plástico, de los robots, de los microcomputadores y de los chips -prodigiosos o no- y cada vez nos aproximamos mejor y más a la supuesta perfección tecnológica.

Así que, no nos podemos permitir el 'lujo' de demasiados errores como 'caídas' de servidor, cortes de línea telefónica, 'picos' o subidas de tensión eléctrica, entre otros casos.

Si somos tan casi perfectos, ¿porqué se producen tantos fallos? ¿Alguien saca 'tajada' o beneficio de ellos? Pues al parecer si. Los fabricantes de ordenadores, maquinarias, vehículos y electrodomésticos se suman a las operadoras de telefonías y a los suministradores de energías -y viceversa- para que los objetos receptores de los consumidores usuarios se estropeen.

De vez en cuando, un apagón, una caída, un corte; con la excusa -aunque fuera cierta- de acometer mejoras y reparar desperfectos en las redes y sistemas. Miles de ordenadores inutilizados que deberan ser arreglados o sustituídos por otros nuevos.

Así pues, o pagas medio sueldo mensual en reparar el PC o te toca fundir la tarjeta bancaria comprando nuevo equipo. Negocio redondo para los técnicos y los fabricantes. Y como siempre el sufrido consumidor es quien sale afectado.

Eso sin contar la cantidad de virus destructivos que no les interesa eliminar a las grandes multinacionales informáticas ni a los talleres de reparación y que según expertos internautas gran parte de estos archivos dañinos son creados y enviados a propósito por los fabricantes para provocar una 'pandemia' informática cuyos efectos produzcan un aumento del consumo y de las ventas.

Dicen algunos que antes todo duraba más y se fabricaba con mayor conciencia y precisión pensando en una larga vida para los objetos; fueran éstos máquinas, coches o electrodomésticos. Mi primera lavadora automática duró dos décadas. La última no ha llegado al lustro. No interesa, no interesa...

...si no fuera porque no somos nadie sin las máquinas...

Con mi voto no se juega, Señorías

La tecnología me ha jugado una mala pasada durante tres semanas en que he estado desconectado de internet y de la línea telefónica por el cambio o portabilidad entre operadoras. Mucho 'ha llovido' desde entonces. Finales de Liga, Champions y Copa del Rey -enhorabuena y felicidades a todos los 'culés' por ese 'triplete' merecido- asi como una campaña electoral movidita para los candidatos pero sin interés para la mayoría de los ciudadanos.
Y hablando de temas electorales. O de elecciones. El caso es que unos pocos 'afortunados' y de aquellos partidos y coaliciones que sobrepasen el mínimo de votos que exige la ley electoral, serán eurodiputados. Hasta aqui, nada que objetar o bien poco y casi nada a criticar, excepto que la normativa vigente necesita una reforma a fondo pues se ha quedado corta, apretadamente ceñida y obsoleta -listas abiertas, ¡ya!- como muchos analistas afirman. Pero ahora viene lo grave y serio.

Los eurodiputados que concluyeron esta pasada legislatura hace algo más de un mes venian cobrando unos tres mil cien euros al mes como asignación base. Muchos de ellos no renovarán escaño, otros serán elegidos por vez primera estrenando sillón y los menos, volverán a ser elegidos continuando en su escaño.

El Parlamento europeo aprobó una modificación 'salarial' en su reglamento interno para sus diputados a primeros de año. Asi, superficialmente, apenas llama la atención e incluso simula ser lógico, porque, si todo sube -nivel de vida, inflación, precios, sueldos, etcétera- como no va a sufrir un incremento el 'jornal' de sus euroseñorías. Y lo normal sería que tal subida fuera acorde con el porcentaje de aumento del índice de precios al consumo o IPC, que es la vara de medir que marca la pauta a seguir en la aplicación de las políticas salariales que también 'afectan' a los eurodiputados.

Pero si les digo que el incremento de la asignación mensual de los nuevos parlamentarios europeos surgidos de las urnas de este 7 de junio superará astronómica y exageradamente la friolera porcentual del 250 por cien, la cosa cambia y se pasa de castaño oscuro, sonando a tomadura de pelo y desfachatez o jeta en plena crisis económica con largas colas de parados y hambrientos en las sedes de Cáritas por ejemplo. Mucho morro, veo yo. Total, que gracias a nuestro voto, los 'elegidos' se embolsarán a partir de junio 7.765 euros al mes de sueldo base mínimo en vez de los 3.100 que cobraban hace dos meses los antecesores de la última legislatura parlamentaria europea.

Y hay más. Estos siete mil y pico euros son 'pelaos', el importe básico, mínimo. Si a ello unimos, portavocías, pluses y otros conceptos; la cantidad se eleva hasta los 13.000 euros mensuales, que algunos casos, por privilegios varios, pudrán llegar a los 17.000 euros al mes, o sea cada 30 ó 31 días, exceptuando febrero, pero aqui no se quitarían ningún piquito por tener 28 días. ¡Qué cara!
Así que, ¿crisis, para quien? Para ellos no. El Parlamento Europeo ya no se conforma con que sus diputados cobren menos y más razonable. Ni siquiera como en el Congreso y Senado de España, donde la mensualidad base es de 2.915 euros aproxidamente para los simples parlamentarios sin competencias ni portavocías. ¡Y eso que tales casi tres mil euros de las Cámaras españolas nos parecen excesivos! Pues comparando, son poca cosa, respecto al nuevo sueldazo de los eurodiputados. ¿Y quien se aprieta el cinturón? Ustedes y yo, amigos lectores. Pero ellos, qué va.
Parece que sólo servimos o únicamente les valemos para votar. Necesitan nuestros millones de votos para cobrarla individualmente esos mas de siete mil euros mensuales y mantener como mínimo el alto tren de vida ostentoso, la mayoría de ellos. Y sin embargo, al pueblo que le den...¡Con las criaturas que hay pasando hambre, necesidades y dificultades, no sólo en España sino en toda Europa, y sus euroseñorías no se privan, todo lo contrario! ¿Dónde está la justicia social?

Dan ganas de que los 50 millones de ciudadanos se 'planten' y digan ¡basta, hasta aqui hemos llegado! Dan ganas de una 'huelga ciudadana' contra el sistema, no contra unos politicos sino contra todos, pues todos, todos padecen esa 'enfermedad' llamada 'corrupción'. Un poco más de ética, por favor... Quisiera que los eurodiputados no se enriquezcan a costa de mi voto y del de millones de 'euroescépticos'. No, con mi voto no se juega.

Josep Esteve Rico Sogorb, 'José Sogorb'