"Ni el Poder ni la Gloria". Blog de Josep Esteve Rico Sogorb

Artículos de opinión e investigación sobre Historia, Lengua, Literatura, Arte, Cultura, Política, Sociedad, etcétera. La mayoría publicados en medios de comunicación en papel y digitales de todo ámbito territorial tanto en España como en el extranjero
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sábado, 10 de abril de 2021

¿PAPÁ NOEL O REY MAGO?

Por Josep Esteve Rico Sogorb

Publicado en el extinto diario 'Noticias Elche'. Columna de opinión: 'Ni el poder ni la Gloria'

Se preguntarán el porqué de este título. No es mi intención debatir sobre ambos personajes ni abrir una encuesta. Sí, ya sé que acabaron las navidades y sus mini-vacaciones, pero déjenme contarles algo que me llamó la atención estas pasadas fiestas y que quizá les haga reflexionar de cara a la próxima Navidad del 2007.

En los tiempos en que vivimos y desde hace algunos años, suelen proliferar colgando en la mayoría de los balcones unos rojos muñecos de Papá Noel o Santa Claus saco en ristre y en posición de intentar entrar a las viviendas. No tengo nada en contra del personaje que supuestamente representan estos monigotes. Y digo supuestamente, porque San Nicolás, santo de la Iglesia Católica, nacido en Licia, región de Petara, Armenia, -Turquía, en Asia Menor- no vestía de esa guisa ni conducía trineo y jamás estuvo en España. Si nos atenemos tanto a la tradición latina y por tanto hispana como al costumbrismo autóctono, -es decir, a lo genuinamente nuestro- los Reyes Magos son la festividad que por antonomasia nos pertenece e identifica aunque no fueran monarcas ni jefes de estado sino astrólogos y sabios hombres de ciencia.

Acepto que Papá Noel haya entrado en nuestras vidas por mor del expansionismo anglosajón y del abusivo mercantilismo comercial. Admito que  Santa Claus conviva con Melchor, Gaspar y Baltasar pero me duele que aquel sea mayoritario. Ojalá estuvieran ambos por igual. Me entristece que los Reyes Magos pierdan protagonismo.

Y hablando de protagonismo. Descubrí, paseando por la ciudad donde vivo, en el balcón de un entresuelo, un muñeco de un rey mago con capa, larga peluca rubia y dorada corona. La dueña resultó ser modista y por ello se hizo ella misma el monigote. Me sorprendí y alegré porque al parecer no existen balconeros muñecos de rey mago. Y aunque no están en el mercado,  no creo que cueste fabricarlos ni venderlos y tampoco sería difícil hallarlos en las tiendas junto a los Papá Noel. Lo cierto es que a ninguna empresa se le ha ocurrido crearlos y comercializarlos. Tal vez en la próxima Navidad. Podría alguien recoger la idea y hacerla realidad. Seguro que muchas personas los comprarían y los colocarían en sus balcones. Incluso algunos ubicarían a ambos muñecos juntos pues no se trata de renunciar a ninguno de ellos. No se debe eliminar a uno u otro sino lograr que coexistan.  Equilibrar evitando discriminaciones.

Apoyemos a Melchor, Gaspar y Baltasar y pongámoslos también en los balcones, que se lo merecen. Para venerarlos no hay edad, lo hacen incluso ancianos ilusionados con alma de niño: el malogrado poeta Tonico Sansano 'creía' en ellos y ya octogenario seguía poniendo los zapatos en su balcón y esperando regalos. Regalos de sus compañeros y amigos también poetas.  

En la Navidad que viene, en el balcón, ¿Papá Noel, Rey Mago o ambos? Elija usted.

Josep Esteve Rico Sogorb . Escritor y periodista   

viernes, 9 de abril de 2021

 La pobreza y la Navidad.



Se acerca Navidad. Se aproximan días de consumo materialista. Serán, como todos los años, fechas de excesos para algunos y para otros, de carencias y necesidades. La mayoría vivirá las navidades en familia, entre celebraciones, cenas y regalos; con presupuesto notable, bienestar y confort. Si creíamos que la otra cara de la moneda -pobreza, insuficiencia, carencia, necesidad- es propia de países del marginal Tercer Mundo, estamos equivocados. No hace falta ir lejos para comprobar la miseria. Incluso en una sociedad de bienestar como la nuestra coexiste la pobreza de gravedad con la abundancia. Es precisamente en los entrañables días navideños -paradójicamente en torno a quien nació en un pobre pesebre y predicó la humildad, la caridad y la austeridad- mientras los corazones se nos abren o enternecen, cuando nos percatamos de la existencia de la cercana pobreza, pues durante el resto del año, embebidos en nuestros asuntos a ritmo de estrés, apenas la notamos.


Las cifras son demasiado serias y preocupantes. El 19,9 % de la población española vive por debajo del umbral de pobreza relativa -según el Instituto Nacional de Estadística (INE)- con 313 euros/mes. Por sexismo, la población femenina sale peor parada. El porcentaje de mujeres es del 20,8% y el de los hombres el 19%. Y las que trabajan, lo hacen en precariedad, con contratos basura y cobrando 17, 3% menos que los hombres. Las personas de 65 o más -sin contar mendigos-, niños y adolescentes menores de 16; viven por debajo de la pobreza relativa con un 29,6 % y un 24, 3% respectivamente. Tristemente esclarecedor. Extremadura (37%) y Andalucía (31,1%) son las autonomías más pobres. Madrid  (9,5%) y Euskadi (11,2%) las menos. Y por hogares, el 7% de las familias no se permite un coche y el 44% no puede pagarse unas vacaciones fuera de casa, ni siquiera de una semana. 


Por prioridades, cada hogar gasta 205 euros/mes en vivienda: alquiler, hipoteca, comunidad, agua, electricidad, gas y otros. En Ceuta y Melilla por el alto precio del suelo debido a su escasez, estos 205 euros/mes se convierten en el doble o triple para alquileres e hipotecas. El 60% de las familias españolas no llegan a fin de mes o llegan con dificultad. Más de la mitad de los hogares (el 55%, 8.179 de los 14.687 que existen) no recibe prestación social, sea pensión de jubilación, subsidio de desempleo o cualquier otra ayuda estatal. Hay familias con uno o dos hijos menores de 24 años a su cargo y sin trabajo que no pueden tener ordenador personal o coche. A este paso, las futuras generaciones le huirán a emanciparse -ya sucede- y formar familia: gasta menos (159 euros/mes) quien vive solo frente a las familias de dos progenitores y un hijo con 255 euros mensuales.


Me pregunto ¿cómo pasarán la Navidad estas personas? Los que más tienen, ¿contribuyen lo suficiente para reducir la pobreza? Nuestros políticos, ¿son totalmente conscientes y predican con ejemplo y aplican medidas? ¿El Estado del Bienestar se puede permitir tal contraste entre pobreza o carencia y abundancia o riqueza? ¿Nuestra economía será capaz de soportar largos años el calentamiento por culpa de excesivos sueldos de políticos, altos funcionarios a dedo y clases ejecutivas de toda índole? ¿Los jubilados verán peligrar sus pensiones? ¿Y los discapacitados? 


Por todo esto, la situación es dramática. Urge mucho por hacer contra la pobreza. Gobierno, autonomías, empresas, ONG, sindicatos, banca, ayuntamientos, confesiones religiosas, etcétera; deben ponerse a trabajar unitariamente para lograr reducir casi a la nada la actual miseria. Con seriedad y solidaridad. Ojalá la Navidad sirva para crear una gran alianza contra la pobreza entre poderosos. 'Paz a los Hombres de Buena Voluntad'. Por una Navidad austera, humilde, fraterna y solidaria. Social. Sin pobreza. Sin derroche.  


Por Josep Esteve Rico Sogorb

lunes, 2 de abril de 2012

‘Saturnales y Navidad’

No creo en la Navidad como fecha a demostrar en un sentido cronológico e histórico porque existen suficientes pruebas de que el personaje motivo de tal festividad, Jesús, no nació dos milenios atrás en lo que hoy es nuestro diciembre y menos aún, tan certeramente en día 24 o 25.
Los desfases entre los calendarios judío y cristiano –juliano, concretamente- acerca de los años 0 y +/- 6 del nacimiento del profeta Cristo, hacen que la exactitud de coincidencia con nuestro actual diciembre sea prácticamente imposible.

Según el calendario hebreo de la época –aparte documentación existente- Jesús nació en lo que hoy es primavera: entre marzo y abril, teniéndose como la más probable, segura y aceptada; la fecha del 9 de abril del año 0 –e incluso de los años +/- 6- de nuestra Era.

El caso es que, el hecho de celebrar la natividad o nacimiento del Mesías, máximo símbolo o mayor figura del Cristianismo, cada diciembre desde hace siglos, se debe a la intención interesada -aunque lógica desde el punto de vista social y ‘competitivo o de mercado’- de la primitiva iglesia cristiana en sus comienzos, de lograr atraer hacia sí a todas las gentes –paganos y cristianos- que acudían masivamente a las celebraciones invernales paganas del solsticio de invierno, oficiales en todo el Imperio Romano.

Festejos llamados ‘Saturnales’ en honor al dios Saturno y que coincidían con lo que hoy son los días medianos de diciembre entre la entrada de la estación -21- y la actual celebración de Nochebuena-Navidad los días 24 y 25 del último mes.

La clara competencia de aquel primitivo cristianismo con los ‘saturnales’ para ganar público llevó a la iglesia a trasladar la fecha de celebración de la natividad haciéndola coincidir con el día central de mayor apogeo pagano ‘saturnal’. Así se instauró la Navidad o Natividad de Nuestro Señor Jesucristo para los primeros cristianos y posteriores católicos, en la noche víspera del 24 –‘Nochebuena’ – y la mañana siguiente del 25; aunque los ortodoxos escindidos de la iglesia de Roma fijaron como Navidad la fecha del 6 enero, presunta Epifanía o Adoración.
Y paulatinamente, fue aumentando la asistencia a la Navidad coincidida con los ‘saturnales’ mientras descendía el público a los actos paganos. El Cristianismo ganó adeptos y creció hasta que, declarado religión oficial, los ‘saturnales’ iban menguando progresivamente hasta ser prohibidos y desaparecer. Y la Navidad pasó a ser la fiesta más unánime, la única de mayor celebración social.

Aceptando esta explicación, -que además justifica por qué en el ‘Belén’ los pastores portan pieles de cordero, hay nieve y hace frío- y admitiendo que lo de menos son las históricas fechas reales, auténticas o verdaderas del nacimiento de Jesús sino que lo más importante fueron su existencia y muerte junto a sus obras y mensaje. Así pues, si la Navidad no existiera habría que inventarla aunque se la llamara ‘Fiesta de la Solidaridad’, dado su mínimo pero aún existente carácter o espíritu humanista – a pesar del opulente materialismo consumista- de valores tales como la caridad o la generosidad.

La discusión bizantina sobre si Jesús nació en diciembre o abril, sobre la ‘navidad invernal o primaveral’ en el año 0 o en los años +/- 6, no hace perder la creencia en el mensaje crístico de Jesús ni en su especial figura como ejemplo a seguir. No tendría que suponer pérdida de fe a ninguno de los millones de creyentes del mundo si se descubriera o demostrara definitivamente que la Navidad no sucedió en diciembre sino en abril.

¿Y qué? Pues nada. No es preocupante. Y al Vaticano tampoco debería preocuparle. Pero, existen tantos demasiados intereses ocultos y muchas cosas ya instauradas ‘dogmáticamente’, que la mismísima Santa Sede prefiere no tocar para que no se desmorone el ‘edificio’ de la Iglesia aunque esté cimentado en base sobre irregularidades, incertezas y falsedades erróneas.

Bien. Aceptemos el 24 de diciembre como Navidad o Natividad a pesar de sus incertidumbres. En cualquier caso son inaceptables el excesivo derroche, el lujo y la dilapidación financiera; todo ello unido a una falsa supuesta solidaridad engañosa o caritativa forzada que por doquier se manifiesta cuando la mayor parte de la población que opera este cambio de carácter temporal y momentáneo en Navidad durante el resto del año se comporta negativa, cruel y despectivamente con sus semejantes. Hipocresía pura. Estas cosas le sobran a la Navidad. La afean, degeneran, desvirtúan y contaminan.

Navidad deriva de ‘Natividad’ y ésta alude al nacimiento de alguien que vino al mundo de forma humilde, sencilla, austera, sobria, pobre y vulgar; si se tercia. Y si esta celebración es para homenajear a la modesta Sagrada Familia en la que nació Jesús, pues sobra tanto gasto elevado y superfluo, que la Navidad se ha ‘paganizado’ por desgracia, asemejándose cada vez más a aquellos carnales ‘saturnales’.

Evidentemente no podemos volver a aquellos tiempos de Roma, a la época de Jesús, por lo que no es celebrable la actual Navidad con las características de entonces sino con las formas de ahora; eso sí, de manera más sencilla. Hoy que estamos en crisis económica con más razón para celebrar unas Navidades ahorrativas aunque nos obliguemos a apretarnos aún más el cinturón mal acostumbrados a gastar demasiado.

La pena es que como cada diciembre, como cada Navidad, los pobres no tendrán casi nada para celebrar. Con la crisis se ha incrementado el porcentaje de pobres, mendigos e indigentes y de quienes por no tener no poseen ni un familiar o amigo con el que celebrar la Navidad. Este es el verdadero motivo y mensaje navideño: la celebración en familia, con los seres queridos más allegados; al igual que la Sagrada Familia de José y María se reunieron en familia en torno a su hijo el niño Jesús, para celebrar su nacimiento con humildad, austeridad y hasta con pobreza.
Navidad, en abril o diciembre, ¿qué más da? ¿Y por qué no en cualquiera de ambas épocas? Toca ahora, vale, pero que sea sencilla, con pureza, sin tanto materialismo; espiritual además, si cabe.
Por una Navidad Familiar y Crística. Por una Navidad Solidaria, Humilde y Austera.

(Josep Esteve Rico Sogorb, Jose Sogorb)