Murió hace pocos días a los 84 años–concretamente el pasado 2 de
octubre–el ilicitano José María Grau Soler, ex–presidente de Unión
Valenciana en Elche.
‘Josep María Grau i Sulé’, como de broma yo le llamaba y a él le
gustaba recordar, nació en Rincón de Bonanza –Orihuela– en 1923 en el
seno de una familia numerosa humilde y traballadora. Se trasladó a Elche
de niño en busca de prosperidad.
Hombre que, apenas sin estudios, se hizo a si mismo con su esfuerzo,
desarrollando varios trabajos hasta que junto a sus hijos y a uno de
sus muchos hermanos –Sinforoso- creó una empresa de cerámicas y
materiales de construcción que ubicó a la salida de la ciudad, en el
comienzo de la carretera a Crevillent, en la pedanía Pla de Sant Josep.
Empresa cuyo logo era el blasón de su primer apellido, todo un detalle
de apego a sus raíces.
Grau, además, se enamoró perdidamente de Elche y de todo lo
ilicitano y…valenciano, de la cultura autóctona. Siendo
castellanohablante de cuna –el castellano fue su lengua materna– acabó
hablando mayoritariamente el valenciano ‘elchero’ mejor y más que muchos
de los ilicitanos nativos.
Contactó con personajes locales como Martínez Macià ‘Pin’, Martinez
García 'El Quijote', Payà Alberola, Rodríguez Martín, Sanchez Pomares,
Pastor Chilar, Tomás Mora, Quiles Fuentes, entre otros; de cuyas
relaciones surgieron amistades y compromisos públicos que le integraron
tanto en la sociedad ilicitana, que perteneció a diversas asociaciones y
entidades e incluso fue protagonista destacado y activo dirigente.
Sensibilizado por los problemas y necesidades de los discapacitados
ilicitanos, fundó la primera asociación local de este colectivo abriendo
la primera sede social y creando el primer club deportivo de
minusválidos, impulsando después la creación de la federación
provincial. A él se le debe, aún en la dictadura –en tiempo del ex
alcalde Quiles Fuentes, otro ilicitano ilustre y destacado por una buena
gestión en su cargo en pro de la ciudad– la primera rampa en la calle
para discapacitados en Elche.
Fue pionero directivo co-fundador de la Comisión de Fiestas ‘Passeig
de Germaníes’ y de la Real Orden de la Dama de Elche de la que era
Caballero y como enamorado del busto ibérico, logró que su hija Antonia
fuera elegida Dama Viviente. Asimismo, fue presidente de la
Congregación de Sant Pasqüal Baylón y de sus fiestas, presidente
provisional de la Asociación Histórica Artística Festera ‘Pobladores de
Elche’, presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías de la Semana
Santa ilicitana –bajo cuyo mandato reimpulsó la entonces decaída
celebración semanasantera de Elche– y de la Hermandad del Cristo
Resucitado –el que procesiona el día de Resurrección o de las
‘aleluyas’–de cuya imagen era custodio guardándola durante años en su
garaje junto al Bar ‘Mateuet’ frente a los ‘Pisos Azules’. Igualmente,
tengo entendido que fue Caballero de la Orden del Santo Cáliz de
Valencia.
Grau hizo sus incursiones en política. Católico practicante, e
inicialmente ideológicamente de derecha o conservador, en la dictadura
destacó como miembro del Sindicato Vertical, por lo que después fue en
Elche uno de los fundadores en la transición del partido de Fraga
Coalición Democrática -C.D.- y de la posterior Alianza Popular -A.P.- de
los que se apartó descontento evolucionando hacia posiciones más
populistas y regionalistas ingresando en Unión Valenciana -U.V.-.
En tiempos de Miquel Ramon Izquierdo y Vicente González Lizondo,
fue elegido presidente local de Unión Valenciana en Elche y miembro del
Comité Provincial. En su etapa logró la primera sede social propia de
este partido en la ciudad ilicitana que estuvo en la céntrica calle
Corredora, al lado del Ayuntamiento. Su nombre se barajó a menudo como
número 1 cabeza de lista por UV y otros partidos que intentaron ficharlo
como ‘mirlo blanco’ pero él siempre rehusó encabezar cualquier
candidatura como alcaldable. Gozó de contactos y amistades en altas
esferas políticas, gubernativas y eclesiásticas.
Tuvo excelente trato
con gobernadores y obispos por sus vinculaciones con el antiguo
sindicato vertical, con varias entidades de prestigio y con la Semana
Santa ilicitana en la que intervenía dirigiendo las procesiones. Hombre
obstinado, cabezota, de fuerte carácter. Polémico aunque muy activo y
firme, resultó perseverante y tenaz, por lo que no dudó jamás en
enfrentarse a quien fuera –incluso con correligionarios suyos– con tal
de obtener logros, ayudas y mejoras para Elche, todo lo cual consiguió
mayormente en pro de los discapacitados y de la celebración
semanasantera ilicitana. Lo cierto es que tuvo discusiones y
enfrentamientos verbales y algunas enemistades por sus carácter, maneras
de ser y actuar y cierto afán de protagonismo; todo lo cual no
desmerece aquello de bueno que hizo por Elche.
Los últimos años de su vida se moderó bastante tanto de carácter
como de ideología y desconectó o se desvinculó de toda actividad social,
dedicándose a dar paseos del brazo de su segunda esposa.
Grau Soler fue uno de esos ilicitanos de adopción que acabaron
siendo, sintiéndose y actuando como los propios nativos, aunque naciera
fuera de Elche, y que se formó aquí entre palmeras. Fue uno de esos
ilicitanos que también reúne méritos suficientes al margen de ideologías
-se valora lo realizado y no sus ideas- para ser recordado con una
calle a su nombre. In memoriam.
Josep Esteve Rico Sogorb