Recuerdo a D. Nazario González Monteagudo, caminando por las
calles ilicitanas, cargado de papeles y carpetas en mano, repartiendo
sonrisas y saludos apacibles por doquier.
Su pequeña pero entrañable y gran figura, grande en nobleza, causaba
cierta veneración con respeto y cercanía, llegando a resultar próxima y
accesible para cualquiera.
Sus intervenciones dialécticas en debates, coloquios, mesas redondas
y otros eventos sobre diversos temas, aunque firmes en convicción y
leales con sus principios humanistas e ideales republicanos, destacaron
siempre por sus tolerancia, moderación, diálogo, respetuosidad,
comprensión y análisis reflexivo.
El conocimiento y el saber -o sapiencia- que D. Nazario adquirió a
lo largo de su vida tanto en formación intelectual como en experiencia,
eran más propios de un filósofo universalista que de un localista actor
teatral hijo de la ciudad del zapato; aunque equilibradamente reunió
ambas facetas superando el negativo chovinismo de ser de 'provincias'.
Actor, emigrante, exiliado, político, intelectual, pensador. Amante
de las libertades y de la paz, esposo ejemplar, defensor de la
fraternidad y de la hermandad entre personas, padre modelo y abuelo
bondadoso; Nazario González sufrió lo que jamás quiso que sufrieran las
generaciones futuras.
Quien fuera 'mano derecha' o secretario particular en su juventud,
del popular y bien querido médico y diputado ilicitano López Orozco,
defendió la legalidad republicana y cuestionó el golpe de estado
franquista aunque criticó y denunció hechos lamentables como la quema de
iglesias, siendo uno de los personajes ilicitanos que según testimonios
y versiones aún vigentes entre el pueblo, se opuso a semejante
barbarie, dato que dice mucho acerca de su humanismo.
Personalmente, supe del aprecio y de la grata opinión que de D.
Nazario tuvieron algunas personalidades ilicitanas de derecha
conservadora como el entonces profesor, delegado de Adoración Nocturna
Española y secretario de la Junta Local Gestora del Misteri, D. Eloy
Espinosa Sánchez. Otro ejemplo, de tantos, de su bondadosa personalidad,
ya que no hizo daño alguno ni deseó el mal para nadie de ninguna
ideología.
Siempre rehusó participar en la guerra civil. Una contienda que
consideró injusta y fraticida. Para sortearla y evitar represalias
eligió el camino del exilio. Partió con su familia hacia Argelia, en
aquel barco tan novelado ultimamente, el 'Stan Brook'.
En tierra argelina convivió con otros exiliados republicanos
españoles, sobre todo con los ilicitanos. Allí fundó con su mujer e
hijos una compañía teatral cosechando cierto éxito social.
Azañista convencido -se le puede considerar como el 'Azaña'
ilicitano por sus notables parecidos con el presidente de la II
República- regresó a su tierra natal y organizó el comité local del
partido político Acción Republicana Democrática Española -ARDE- cuya
sede se ubicó en la calle que en las actas aparecía simpáticamente como
'R. Victoria'. Supongo que saben por qué.
Tras su sentido fallecimiento, familiares, amigos y
correligionarios; todos ellos lograron que el Ayuntamiento rebautizara
la calle donde vivió -antigua Eloy Gonzalo- con su nombre, colocando una
placa que le recuerda.
Calle que en cada aniversario de su óbito y en el de la proclamación
de la II República, es objeto de un pequeño acto de homenaje mediante
el depósito de flores-ofrenda y corona de laurel formando los tres
colores republicanos.
Hoy, años despues del rótulo urbano, Nazario González Monteagudo, el
‘Sócrates Ilicitano’, ya tiene monumento en la calle de su nombre
gracias a la subscripción popular.
Más de un centenar de personas de todas las edades arroparon el
pasado domingo 11 de febrero –aniversario de la I República Española–
con su presencia, la inauguración de esta escultura en recuerdo y
homenaje de tan singular personaje, destacando concejales, dirigentes
politicos y directivos de asociaciones ciudadanas.
Lo que empezó como un comentario coloquial entre el artista escultor
y familiares, es ahora una emotiva realidad. La esencia de Nazario ha
quedado acertadamente inmortalizada para la posteridad en esta
escultural estructura metálica que refleja con la expresión del perfil
de su rostro, los más nobles sentimientos y los más elevados ideales
humanistas de un pacífico republicano amante de la paz, de la
fraternidad y de la libertad; enemigo de una guerra que siempre condenó y
de la que huyó para no participar por considerarla fraticida.
El acto inaugural de la escultura a Nazario fue protagonizado por
los hijos, Helia González –presidenta del Ateneo Republicano que lleva
el nombre de su padre- y Antonio –actor, director y fundador del grupo
teatral ‘La Carátula’– asi como por compañeros ideológicos y amigos del
homenajeado, también ex-presidente de ARDE, cerrando el evento la
intervención del alcalde, Diego Maciá.
Un viejo luchador republicano colocó visiblemente emocionado una
corona de laurel tras descubrirse la escultura, la placa conmemorativa y
la altruista inscripción de un intelectual sudamericano íntimo
correligionario de Nazario.
La expresiva danza con escenificación teatral de la jóven nieta de
Nazario González -vestida con la bandera republicana- emocionó tanto a
los presentes, que muchos de ellos rompieron a llorar –la misma Helia no
pudo contener sus lágrimas- cuando la actriz y bailarina representó el
exilio de sus abuelos.
Sonrisas de complicidad y solidaridad surgieron cuando en el broche
final, la jóven artista –en su papel de alegoría de la República, logró
en un simbólico gesto participativo, que el público cruzara el umbral de
los pilares de la escultura que representan el noble y bondadoso
idealismo de Nazario, en una simbiosis entre el pueblo y homenajeado.
Merecido homenaje y brillante acto de exitosa asistencia a la figura
de quien sin duda alguna fue un hombre bueno y respetado. Recordémosle
como un ejemplo a seguir, por esa tolerancia que demostró en vida. In
memoriam
Por Josep Esteve Rico Sogorb