El pasado 1 de Mayo -Día de los Trabajadores o Fiesta del Trabajo-
se celebró en el viejo cementerio de Elche un homenaje a un centenar de
jóvenes sindicalistas ilicitanos fusilados en 1939 y 1940 por la
dictadura, cuyos cuerpos se enterraron en una fosa común hasta que en
los años 60 ésta se destruyó tratándose en parte como basura y
lanzándose los restos a un osario sellado con una tapa de
alcantarillado.
El acto resultó emotivo y multitudinario. Se llevó a cabo, tras
convocatoria del investigador Jose Antonio Carrasco–artifice de la
propuesta de retirada del título de Hijo Adoptivo a Franco- donde se
enterró estos trabajadores republicanos ilicitanos cuyo único ‘delito’
común –líderes de UGT, militantes del PSOE, PCE y JSE- fue, defender sus
ideas desde su juventud, porque la mayoría no sobrepasaba los 38 años.
Más de un centenar de personas honraron a quienes perdieron sus
vidas por una buena causa y unos ideales y principios justos, destacando
del público, la ‘plana mayor’ del PSOE prácticamente en pleno con sus
ediles, varios dirigentes de CC.OO. y UGT –encabezados por sus
secretarios generales locales-, directivos de entitades culturales como
el Ateneo Republicano ‘Nazario Gonzalez’, el ‘Casal Jaume I’ y el Grup
Cultural Ilicità ‘Tonico Sansano’, líderes y candidatos de partidos como
EU, BNV, ERC-ERPV, MUP e Izquierda Republicana, miembros de Joves
Socialistes, artistas, escritores, etcétera.
Entre los símbolos propios del día–banderas rojas sindicales por ser
1 de Mayo- habian banderas republicanes –lógico, teniendo en cuenta el
republicanismo común de los fusilados- e improcedentemente, alguna
cuatribarrada, destacando la independentista de los ‘Països Catalans’
con triángulo azul estrellado.
Conmocionó a los presentes el banderín que Carrasco enarboló,
obsequio de unos obreros rusos y envejecido por los avatares de la
guerra, manchado de sangre de defensores de la libertad. Pero la nota
melancólica, nostálgica y triste, la puso el escritor local Eduardo Boix
al recitar una poesía dedicada a Miguel Hernández y un poema social en
prosa de Gil de Biedma, muy idóneos y apropiados para el momento.
El investigador ilicitano Carrasco Pacheco ofreció un desgarrador y
apasionado discurso en perfecto valenciano y de excelente oratoria en el
lugar de enterramiento de los fusilados ante la bandera republicana, un
arbolito y la tapadera de alcantarillado que les oculta. Hizo una
reseña histórica, rindiéndoles homenaje, recalcando la injusticia y la
atrocidad que se cometió con ellos.
La suelta de palomas como gesto a la Paz y la Libertad junto a
familiares de los fusilados fue acompañada por la ‘Colla de Dolçaina i
Tabalet El Caixcabot’ a los sones de ‘La Internacional’, del ‘Himno de
Riego’ y de ‘La Moixaranga’. Acabada ésta se alzaron cuatro gritos
aislados por un ‘País Valencià, lliure i republicà’.
Tratándose de un acto
republicano-federalista-socialista-sindicalista, sobraban, no procedían
signos de apología catalanista-independentista. Porque los fusilados no
fueron nada de ésto, sino todo lo contrario, ilicitanos y valencianos
autoctonistas. Menos mal que los entusiastas gritos republicanos fueron
mayoritarios.
Faltaron banderas ilicitanas –por localismo, por tratarse de Elche,
el lugar del acto- y señeras, banderas autonómicas. El carácter
izquierdista del acto merecía la señera azulada con estrella roja,
-cartel de Dubón, República y Guerra- y la presencia de partidos
valencianistas-republicanos com EV, ANV o ENV para demostrar que el
tricolor valencianismo autoctonista es también un progresista movimento
popular -en la II República y en la contienda civil lo fue- y que la
señera es un signo obrero o de lucha reivindicativa -los republicanos la
usaron como tal-pues no en vano es la bandera nacional de los
valencianos, no solo de una parte de ellos, como la derecha, sino de
todos.
Por último, Carrasco emplazó a todos los presentes a continuar
celebrando anualmente en fraternidad, cada 1 de Mayo, este homenaje al
centenar de jóvenes ilicitanos fusilados con el objeto de mantener viva
su memoria, activos sus ideales y fresco su recuerdo como un ejemplo
para las actuales y futuras generaciones con el propósito de que jamás
se repita una historia fraticida, nunca más.
Josep Esteve Rico Sogorb